"Hagan lo que Él les diga" (Juan 2:5)
MES DE MARÍA
Aunque en algunos países el Mes de María se celebra en mayo, en Chile se hace lo propio al final del año, debido a las bajas temperaturas. Este cambio tuvo lugar en 1854, a fin de poder efectuar las celebraciones al aire libre.
En este tiempo mariano los devotos demuestran su amor a la madre de Jesús, con expresiones de fe que van desde la confección de altares, la oración comunitaria y el rezo del Rosario, hasta procesiones, entre otras iniciativas.
Fuente: ACIPRENSA.COM
Mes de María en nuestra parroquia
«En este mes bendito procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad; modesta flor que te es tan querida»… Crecimos con esta hermosa oración y cada año la repetimos como un plan de vida. Los invitamos a participar del Mes de María:
✔ De lunes a viernes, a las 12:00 y 18:30
✔ Los sábados, a las 8:00 am, en Vergara 366
Especiales
Los sitios web del ARZOBISPADO DE SANTIAGO y de la CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE publicaron, como es costumbre, sus especiales a propósito del Mes de María, con oraciones, textos bíblicos, canciones y guía de santuarios. Compartimos ambos con nuestras comunidades:
Oración inicial
¡Oh María!, durante el bello mes que te está consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo, y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.
Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh María!, no te das por satisfecha con estos homenajes. Hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que Tú esperas de tus hijos, porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden depositar a sus pies, es la de sus virtudes.
Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones. Nos esforzaremos, pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡oh Virgen Santa!, en conservar nuestras almas puras y sin manchas, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aun la sombra misma del mal.
La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos, es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos, pues, los unos a los otros, como hijos de una misma familia, cuya Madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal.
En este mes bendito, procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y esperanzados.
¡Oh María!, haz producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y la mejor de las madres. Amén.
Oración final
“¡Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y nuestra buena Madre! Nosotros venimos a ofreceros, con estos obsequios que colocamos a vuestros pies, nuestros corazones, deseosos de seros agradables, y a solicitar de vuestra bondad un nuevo ardor en vuestro santo servicio.
Dignaos presentarnos a vuestro Divino Hijo, que en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud; que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia El, y cambie tantos corazones rebeldes, cuya penitencia regocijará su corazón y el vuestro.
Que convierta a los enemigos de su Iglesia, y que, en fin, encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad; que nos colme de alegría en medio de las tribulaciones de esta vida, y de esperanza para el porvenir”. Amén.