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La fiesta de Pentecostés, que en 2020 corresponde al 31 de mayo, es uno de los domingos más importantes del año, después de la Pascua. Evoca la manifestación del Espíritu Santo sobre los apóstoles, quienes, luego de la resurrección y ascensión de nuestro Señor Jesucristo, «perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos» (Hechos, 1:14).
«Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. 5 Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. 6 Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua» (Hechos 2: 1-6).
El sitio iglesia.cl refiere que, en el Antiguo Testamento, el día de Pentecostés constituía la fiesta de la cosecha y, posteriormente, los israelitas, la unieron a la Alianza en el Monte Sinaí, 50 días después de la salida de Egipto. Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Levítico 23: 15-21). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta).
A partir de la manifestación del Espíritu Santo sobre los apóstoles, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría.
Jesús describió al Espíritu Santo como el gran ayudador de aquellos hombres y mujeres que buscaran la orientación de Dios.
«Sin embargo, cuando llegue aquél, el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad, porque no les hablará por su propio impulso, sino que hablará las cosas que oye, y les declarará las cosas que vienen» (Juan 16:13).
Los dones del Espíritu Santo son: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.
La mejor manera de relacionarse con el Espíritu Santo y asimilar su mensaje, es justamente apelando a la promesa de que Él nos guiaría a la verdad.
Te invitamos a reflexionar acerca de sus dones y sobre ese maravilloso privilegio de poder comunicarnos con Él y de recibir su guiatura sobrenatural.
El Papa Francisco se unió a la iniciativa del Alto Comité para la Fraternidad Humana, orientada a ayunar y elevar millones de oraciones en todo el mundo por parte de los creyentes, e incluso los no creyentes -si desean sumarse-, independientemente de la religión profesen. El propósito es clamar a Dios Creador por su intervención frente a los estragos de la pandemia covid-19.
La jornada de ayuno y oración ha sido convocada para este jueves, 14 de mayo. El citado Comité fue establecido en agosto de 2019 con el fin de lograr los objetivos del Documento sobre la Fraternidad Humana, firmado el 4 de febrero de 2019 por el Papa Francisco y el gran Imán de Al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb.
“Y como la oración es un valor universal, he aceptado la propuesta del Alto Comité para la Fraternidad Humana de que el próximo 14 de mayo, los creyentes de todas las religiones se unan espiritualmente en un día de oración, ayuno y obras de caridad, para implorar a Dios que ayude a la humanidad a superar la pandemia del coronavirus. Recuerden: el 14 de mayo, todos los creyentes juntos, creyentes de diferentes tradiciones, para rezar, ayunar y hacer obras de caridad”, anunció el Papa Francisco.
Este es el video que produjo Vatican News, en el que participan personas de diversos países apoyando la iniciativa:
La histórica epidemia de peste bubónica que azotó al pueblo italiano entre 1629 y 1631 cobró más 280 mil vidas, especialmente en las regiones del centro y el norte.
Cuando la temible peste llegó a Lucca, una ciudad de Toscana, el clérigo leonardino Flaminio Paulini dejó una conmovedora carta que es digna de memoria eterna. La misiva está dirigida al Padre General, RP. Domenico Tucci OMD (IV Superior General, 1623-1651), y se refiere al llamado que recibió Paulini -el autor de la carta-, para ayudar a los infectados.
“Ahora, Nuestro Padre muy querido, ha llegado el final de mis días, los que espero que sean el principio de mi felicidad. Deseo una vez más unirme a Cristo, ahora está en mí el hacerlo. Anhelaba ver esta carne incinerada; dentro de poco se cumplirá mi deseo. La peste fue descubierta en esta ciudad, en la que surgió.
Nuestros Padres han prometido al Obispo mantenerle un sacerdote, un joven y un hermano para el cuidado de los infectados; yo seré el primero de los jóvenes, ya que soy el mayor.
Si su Paternidad me ama, es tiempo que lo muestre orando por mí a la Santa Madre, a fin de que me dé fuerzas en las fatigas, para las que me he preparado. Créame si le digo que me parece ver el cielo abierto, cuando pienso en que tengo que servir a las víctimas de la peste. No puedo ir más lejos.
Por gracia, cuando escuche de mi muerte, procure que me sean aplicadas las primeras misas, sean las que sean, y yo le prometo el intercambio en la otra vida. Adiós, mi dulce Padre.
¡Bendígame! Nos vemos en el Paraíso.
Clér. Flaminio Paulini OMD
Lucca, 28 de Octubre de 1630
Traducción: RP Javier Gonzáles OMD